
La primera condición para definir el Proyecto Formativo Institucional es considerar que está en el límite entre la regulación y la emancipación, entre la organización burocrática y las posibilidades de la organización cultural de la institución educativa.
El enfoque que es necesario darle al proyecto debe tener la precaución de no caer en la ilusión de constituirse sobre una supuesta comunidad educativa. Es importante que se lo considere como una construcción sociopolítica resultante de la lucha entre diversas perspectivas, ideas, intereses y valores que se asientan en esas dos lógicas diferentes, reguladora y emancipadora, de las que son portadores los actores institucionales. Por lo antes dicho, se deben desarrollar algunos dispositivos institucionales que permitan la participación de la comunidad educativa en los procesos de negociación, consenso y toma de decisiones que se transformen en un aporte para ejercitar la democracia y permitir la participación social.
En este sentido los principios y propósitos del proyecto intentan ser integradores y tolerantes con las diferencias, con una mirada global, intentando ofrecer a los sujetos la posibilidad de construir su autonomía política, económica e intelectual. La idea es trabajar en torno a la emancipación, pero articulando con los proyectos educativos que se han venido desarrollando con anterioridad en la institución.
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